Gracias Ruth

Salir de un fin de semana de trabajo con Arteterapia sobre tema familiar sensible y emocionada, y recibir este texto de mi prima Ruth es un regalo muy grande que me abriga el corazón y que me ha hecho llorar y reír al mismo tiempo. Por todo lo reparador que se está creando en estos días, gracias.

“Trabajando con el ordenador busco entre los archivos una felicitación de navidad de años pasados para reproducirla y no perder mucho tiempo. Entre los archivos encuentro uno que dice “ tío” y lo abro.
Delante de mi tengo 9 páginas que no recuerdo haber escrito pero que contienen todo tipo de detalles.

Tengo 43 años, han pasado 20 años desde que escribí aquellas palabras y hoy decidido continuarlas.

El 5 de agosto de 2006 nació la única hija de mi hermano Jaime como anuncié al final del texto anterior. Hoy mi sobrina tiene 17 años y siempre ha sido y será “ la niña de mis ojos”.

Pero no es mi única sobrina, de mi hermano Iván nacieron 3 soles a los que quiero muchísimo. A continuación, y probablemente el suceso que cambió mi vida, ser madre yo también de una niña y un niño, mis dos hijos, (perdiendo a otro entre medias del que me acuerdo cada 5 de mayo) y sin duda lo más bonito que he hecho en este mundo.

Volver atrás duele, porque tras la descripción de lo que en su día parecía una familia perfecta, ya no queda nada.

Tiempo después del fallecimiento de mi tío, hubo un conflicto familiar que provocó una división y lo que es peor, una auténtica “guerra” por la administración de la sociedad que creó mi abuelo y donde estaba metido el patrimonio.

El pasado es pasado y no quiero despertar viejos fantasmas, pero lo único que puedo decir es que mucha gente sufrió durante los 12 años que duró la división familiar, hasta que un milagroso día se acordaron unos bloques y se firmó un acuerdo, llegó la paz.

Por un lado quedaría la casa grande del pueblo y una serie de fincas y por otro el Morrón y otra parte de esas fincas.

Afortunadamente en mi lado quedó él Morrón.
Desafortunadamente al otro lado quedó mi prima Aroa.

Durante 20 años me he acordado de ella cada 16 de abril por su cumpleaños y he pensado cómo sería su vida. La última vez que tuve contacto con ella fue a través de un chat gratuito de una página de internet.
No existía el WhatsApp y aún teníamos ladrillos por móviles.
Cuando llegaron las redes sociales pude indagar un poco sobre ella, aunque poca cosa. Sabía que se dedicaba a la fotografía y que tenía una revista digital en La Estrada.

Con mi prima Aroa siempre sentí una conexión especial, lo que más recuerdo es que cuando nos juntábamos no parábamos de reír. Las dos éramos tímidas con la gente, pero juntas nos olvidábamos de cualquier límite que pudiera poner por delante la vergüenza.

Recuerdo cómo nos gustaba hacer concursos de dibujo (ella lo hacía siempre mejor que yo), como jugábamos con las Barbies y grabábamos las conversaciones en un radio cassette rojo que me habían regalado un cumpleaños.

Millones de cartas, “Normando miral” como remitente, mermelada de limón, cómo imitábamos a mi abuela.
Éramos como una versión femenina de Martes y 13.
Bicicletas y crujir de rodillas, excursiones en bici al pueblo sin una “maldita” sombra, excursiones a la montaña.

Juegos en la caravana, ensaladilla rusa, maldita salmonela y suero inyectado en vena. Tumbadas en el cuarto marrón de casa y Nere, libre de bicho, dándonos clases de matemáticas.

Viajes a Galicia, Torre de Hércules, puente colgante, los hórreos. Nuestro muñecote de carne y hueso, al que me encantaba coger en brazos, Héctor.

Catedral De Santiago, universidad, pastel de carne. El olor de su casa, noches en su cama y sus “estrellas del techo” crujir de tripas, risas. Glenn Medeiros, Sergio Dalma.

La cámara de vídeo de mi madre y como jugábamos a hacer entrevistas a personajes absurdos, donde casi siempre yo como entrevistadora solicitaba a la invitada que tocara el piano, me enseñó a tocar “la chocolatera”.
Ese piano, ese piano que durante toda mi vida me ha atrapado.
Ese piano que enamora como mi Elton John con sus canciones y aquel año del  2011 seguramente la razón por la que me enamoré de mi marido.
La primera vez que le vi estaba tocando al piano una canción de Coldplay, me pareció tan guapo. No le quité ojo durante todo su ensayo.”

Continuará…

Anterior
Anterior

Mujer semilla

Siguiente
Siguiente

Gracias Nerea